EXPEDICIÓN AL CORAZÓN DE UN ÁRBOL
Lucrecia Piedrahita Orrego. Arquitecta. Museóloga.
Curadora de Arte.
“… Jamás encontré una mujer que fuera tan hermosa, como mis figuras de piedra, a una mujer que pudiera permanecer inmóvil durante horas, sin hablarle, como algo necesario que no precisa actuar para ser, que me hiciera olvidar que el tiempo pasa, puesto que ella sigue ahí. Una mujer que se dejara mirar sin sonreír ni ruborizarse, por haber comprendido que la belleza es algo grave. Las mujeres de piedra son más castas que las otras y sobre todo más fieles, sólo que son estériles. No hay fisura por donde pueda introducirse en ellas el placer, la muerte, o el germen del hijo, y por eso son menos frágiles. A veces se rompen y su belleza permanece por entero en cada fragmento del mármol, igual que Dios en todas las cosas, pero nada extraño entra en ellas para hacer que les estalle el corazón. Los seres imperfectos se agitan y se emparejan para complementarse, pero las cosas puramente bellas son solitarias como el dolor del hombre”.
Marguerite Yourcenar. El tiempo, gran escultor.
El arte visibiliza, entrelaza fuerzas, transfiere y simula. Observar es una de las prácticas interpretativas de la realidad que no descuida detalle y permite filtrar información sensorial a través del proceso de pensamiento. La observación en el arte devela los otros sentidos del mundo. Ya no los lenguajes formales, sino las declaraciones evocadoras.
Observar un árbol para ir en la búsqueda del poder simbólico de sus componentes: raíz, hoja, semilla, flor, tierra, sol, lluvia, luna, viento, fuego, nos permite comprender a Goethe cuando afirma: el “arte es la manifestación de las leyes secretas de la naturaleza” 1. Fijar la mirada en el árbol del Magnolio para luego trasladarnos a las esculturas de Ani Mesa, permite reconfigurar la estética que anida en el inventario interpretado de la artista, en donde se acentúa la acción irrepetible y fugaz del gesto de su mano en la piedra para aparecer así la poiésis interior que denota la memoria de algo que está por venir. Un catálogo de flores, hojas, semillas, crisálidas y colmenas, son la reminiscencia augural de la naturaleza como horizonte posible, conduciéndonos a la contemplación de un fragmento de cielo y tierra que nos hace comprensible el infinito. De esta manera, se nos ofrece una imagen técnica, poética y estética que puede ser leída por el ojo espiritual de quien observa.
En la escultura de Ani Mesa la acción de tocar y el sentido del tacto se aceleran, su obra reivindica la tactilidad en todo sentido, acentuada por el dominio técnico, el manejo del material y un acercamiento minucioso a la gestualidad de cada componente del árbol del magnolio y sus micromundos. Todos ellos funcionan como un gabinete de trabajo, una Wunderkammer, en donde los medios recurrentes: dibujos preliminares, esquemas, notas de apuntes y herbarios domésticos, imprimen una energía estética renovadora, un perpetuo devenir, un conjunto de bosque, un fragmento de jardín, la presencia inequívoca del árbol que se expresa a través de miles de fractales que se manifiestan, se iluminan, se ensombrecen y desaparecen revelando los espacios, pero no sus límites. Obras de una textura emotiva y consistente, escenarios sonoros y vacíos que son habitados por los personajes del orden y la serenidad, hombres que nacen de los gestos de hospitalidad de la naturaleza para con la humanidad y así enfatizar su belleza grave que invoca tanto la presencia como la ausencia. Rastro, impresión, traza, huella y, al mismo tiempo, borramiento, fugacidad, instante. La tactilidad de la obra de Ani Mesa se reivindica en el contrapeso entre la oscuridad y la luz, las sombras diluidas, la superficie que recoge el resplandor para darle una dimensión al sentido de la profundidad…“experimentamos el sentimiento de que el aire en esos lugares encierra una espesura de silencio, que en esa oscuridad reina una serenidad eternamente inalterable”.2
Trazas
Desde las vanguardias y las posvanguardias los artistas experimentaron con una nueva condición del espacio. No construyen obras en él o para él sino que hacen espacio. En este sentido, la obra contemporánea de Ani Mesa no se limita al lugar, sino que encuentra los equilibrios propios del mismo y sus sistemas de equivalencia formal en su propio hacerse en el espacio. La escala de la obra es un elemento clave en la transformación de la materia, igual que el acabado de las superficies del bronce y las piedras acentuados en su naturalismo y la evocación íntima con la naturaleza. Su obra –construye- en el espacio para denotar la validez del oficio en la escultura actual, vaciando la superficie para cargar la materia de presencia y solidez, de ligereza y masa. Su acento en el proceso, el gesto y el trazo son experiencias inherentes a quien valora las relaciones entre espacio y forma y, con mayor contundencia, el discurso crítico de las prácticas artísticas y las gramáticas de la vida.
La historia del arte como expresión que se hace todos los días, señala en la obra de Ani Mesa un elemento imprescindible para leer la contemporaneidad en términos de ciudad, naturaleza y humanidad. Su obra nos hace creer en el poder del arte.

Transfiguraciones
“Grábame como un sello sobre tu corazón, llévame como marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor como la muerte, y tenaz la pasión como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor.” Cantares 8:6 NVI.
Rendir homenajes a la naturaleza, a través del árbol del magnolio, es la esencia transmutadora que nos convoca. Del volumen monolítico del árbol hacia la forma reconocible de su materialidad primitiva, se entreteje el significado profundo entre la vida y el umbral de la vida que inaugura la muerte.
Es la flor del magnolio la que testimonia el paso de lo efímero, del instante, de lo pasajero. Árboles entronizados, árboles ascendidos, trasfigurados, visibles e invisibles. Árboles de tiempo y agua, de flores y paisajes de piedra.
Árboles coronados por ángeles, los mismos que condujeron tu luz al Paraíso. Árboles como morada donde reside el fuego ardiente de este corazón que me ama y me acompaña. Árboles que siguen la ruta de los pájaros y coronan la esfera celeste.
1. Goethe y Kant: arte, naturaleza, ciencia. Éndoxa:Series Filosóficas, n. ° 18, 2004, pp. 355-382. Madrid: UNED
2. Tanizaki, Junichiro (1933). El elogio de la sombra. Madrid: Siruela
(trad. Julia Escobar), p. 14.
TODO ESPACIO ES CRISÁLIDA
Por: Juan José Lopera.
Médico. Cantante de Ópera.
… la belleza de lo que existe surge de su participación de la Causa Primera, que, como bella es su esencia, todo lo hace bello.
A. Coomaraswamy,
citando a Tomás de Aquino en,
Traditional art and symbolism,
Princeton University press, 1977, p. 212.
Muchas tradiciones ancestrales de la humanidad nos cuentan que en el principio, antes de que los seres y las cosas poblaran el espacio, existía una singularidad pulsante que reunía en un punto, punto sin tiempo, todas las potencialidades del universo: El Huevo Cósmico.
Huevo, útero, cuerpo, biosfera, galaxia, espacio, mónada, logos, universo… membranas continentes, garantes de identidad, sistemas interdependientes de creciente complejidad, que albergando, nutriendo y protegiendo la integridad, el desarrollo de la vida, aseguran la eclosión, la evolución de la consciencia.
Todo cuerpo es capullo. Todo límite es urna y reto. Es crisálida, es vaina que alberga semillas que lanzará el ser al universo. El espacio que ocupa es frontera, es contención y es desafío. Eventualmente el ser que lo habita morirá, es decir, dejará el continente y nacerá a un espacio más amplio, inclusivo y complejo que revelará nuevos aspectos de su infinita esencia.

La Sombra
Sabemos de ti porque germinas y sepultas, la Luz es sólo tu ademán más lento1.
¿Es la crisálida el espacio donde muere la oruga o es el lugar en el que nace la mariposa? ¿Es la oscuridad del útero, la de la tierra que cubre la semilla, la de los ojos que se cierran para orar, para meditar e intuir la esencia, más o menos importante que la luz, esa que la creación revela?
El proceso creador del artista es oscuridad, el silente germinar de una idea2. Es incertidumbre, intento, búsqueda, ensayo, fracaso, alquimia, aprendizaje y reencuentro. Es crisálida en la que muere y renace, con una nueva forma, al universo. Es crisol que funde sus múltiples esencias y condensa en la obra, lo más profundo de sus vivencias. Es espejo y reflejo3, es consciencia y amor en movimiento.
El Magnolio
Si en la semilla del magnolio, toda una selva se encuentra y si en una de sus ramas, un vasto ecosistema se despliega; si en la fractalidad de la vida, con simples leyes áureas4, el código del alma se revela y si mi alegría o tristeza y parte de mi salud, en trillones de bacterias de mi intestino se asienta5, puedo afirmar que El Magnolio, árbol y obra, que sus flores, sus ramas y raíces, que mi cuerpo sensible y los cuerpos que pueblan el espacio, vivos y vibrantes ecosistemas, albergan, transmutan, germinan y sepultan vidas, sueños, visiones, ideas, que cumplen la sagrada función de ser puente y destino, lenguaje y proceso, que son agentes de transformación, catalizadores de consciencia.
El Magnolio árbol, El Magnolio obra, son vínculo inefable que a la artista y al espectador, a su Causa Primera, acercan para que brillen su verdad, su bondad y su belleza6.
1. Ibn el Barud, N. Astrolíquen, Ed. Losada, 1965
2.Platón, El Sofista, Diálogos, Ed Espasa, 2010.
3.Briggs, J. Peat, D. Espejo y reflejo, del caos al orden. Ed. Gedisa, 1989.
4.Livio, Mario, La proporción áurea, Ed. Ariel, 2006.
5.Vallés, M. Et al. Nature, Microbiology, 2019.
6.Hickman, L. The Good, the True and the Beutiful, imagining an ethico-political future. Nature, 2018.
EL ARQUETIPO DEL ÁRBOL MAGNO VISTO DESDE CHIRIBIQUETE Y LA ANCESTRALIDAD
Por: Carlos Castaño-Uribe. Antropólogo.
Director de la Fundación Herencia Ambiental Caribe.
Árboles y plantas sagradas existen en casi todas las culturas antiquísimas de nuestro, a su vez, arcaico orbe. Los árboles añosos y majestuosos son referentes sagrados para el saber milenario. Son un hito y un referente especial, y espacial, dentro de muchas culturas tradicionales y sabedoras. Su contenido trascendente define el carácter del Árbol Magno o árbol tutelar. Chiribiquete es un lugar sagrado en el centro del mundo ancestral.
La imagen icónica forestal y sus contenidos alegóricos han permeado, durante siglos, los mitos y los simbolismos de génesis y de los umbrales emblemáticos de pueblos y legados culturales. Muchos de estos se enraízan con los conocimientos más profundos que nos llevan, desde entonces, por las intrincadas sendas de saberes y corrientes de pensamiento que subrayan una y otra vez la iconicidad del árbol como imagen primigenia de múltiples mitos de origen. El monumental contenido pictórico estudiado en la serranía de Chiribiquete demuestra que la tradición cultural descubierta en este lugar, no es una excepción y, por el contrario, la asociación de las plantas sagradas montadas en la idealización de una lúnula (forma de luna) que representa a la vía láctea y la canoa cósmica es una metáfora reiterativa del papel celeste que contiene la asociación árbol-canoa cósmica.
En efecto, en la iconografía sagrada de Chiribiquete, la lúnula -que representa a la vía láctea y, por ende, a la canoa cósmica- aparece con un ramillete o con una forma arbórea adosada o empotrada en esta base estelar. A la vez que conforma múltiples variaciones fantásticas que dan cuenta de un simbolismo estructurante asociado al carácter de esta serranía que es, además, considerada en forma física y alegórica, un Axis Mundi (Centro del Mundo). Así pues, el árbol representado en diferentes etapas de crecimiento vegetativo, desde semilla, embrión, plántula germinal, latizal, arbustal y arbóreo, se expresa pictóricamente en miles de escenas rituales y ceremoniales con formas que van desde diseños simples a compuestos y de estilizaciones figurativas a muy abstractas, entre las que se destacan, por ejemplo, árboles y plantas con frutos y hasta inflorescencias floridas. Lo figurativo destaca, en algunas ocasiones, a hombres bailando en forma de lúnula alrededor del árbol-arbusto-rama-bejuco, o también hombres que subiendo al árbol que se gesta como viga o poste central del mundo, permite “ascender” entre diferentes planos de universos simbólicos de la cosmogonía amazónica.

En Chiribiquete se puede documentar, como en ningún otro sitio, no solo el carácter sagrado del lugar y las manifestaciones rituales que se exhiben en los murales rupestres, sino que se ve toda la distinción y diferenciación de los íconos y códigos empleados que claramente funcionan como verdaderos arquetipos ancestrales. La multiplicidad de imágenes y los contextos analizados permiten inferir el uso de estas especies florísticas por parte de chamanes y cazadores guerreros al supra mundo, o descender también por ellos, al inframundo. Se observa el uso de estas plantas como enteógenos (con propiedades psicoactivas) o como “postes” y “escaleras” del Centro del Mundo para contactar a seres espirituales y dioses, todo ello en clara concurrencia con milenarios mitos.
Tal como se ve en la maravillosa obra de Ani Mesa, escultora y pródiga artista, la figura emblemática del árbol florido sirve de hito a un arquetipo que, desde la trasformación, la mutación y la variabilidad de sus formas y componentes, sirve para exaltar la simbiosis, la integración, la complementariedad, la conexidad y, por qué no decirlo,la glorificación de sus imágenes y el lenguaje simbólico. Este se codifica con propósitos existenciales. Así lo observa el propio chamanismo.
Los árboles y plantas sagradas de Chiribiquete -insumo fundamental de la trascendencia y conocimiento chamánico- así como los arboles únicos y excepcionales de magnolia de Colombia representan la excepcionalidad de este país y su legado natural que también es un valor único y singular. Las magnoliáceas -como Chiribiquete- son uno más de los múltiples motivos de perplejidad relacionados con la existencia biodiversa y cultural que apenas empezamos a comprender.
Las Magnolias, hasta ahora empezadas a documentar científicamente en muchas partes el país, habían permanecido tan ocultas para la ciencia como el propio Chiribiquete, con toda su trascendencia. Los chamanes, sin embargo, los tienen como hitos sagrados desde épocas abismales. Es por eso que, las cada vez más amenazadas áreas boscosas de Colombia -que están siendo destruidas y diezmadas sin misericordia alguna por parte de vulnerables campesinos o por mafias inescrupulosas- nos roban la posibilidad de conocer nuestro patrimonioy nuestro legado. La oscura financiación de la deforestación de nuestros baldíos y Parques Nacionales a manos de desprevenidos y necesitados lugareños o de estructuras corruptas, nos están quitando la oportunidad latente de conocer y de asombrarnos con la diversidad y los contenidos ocultos, milenarios y sagrados que encierra el uso adecuado de nuestros bosques y selvas. La tragedia no tiene precedentes, ya que en menos de los últimos tres años, se ha arrasado buena parte de los últimos relictos de la selva, con una de las mayores tasas de destrucción en la historia de este país.
La fascinante complejidad climática, hídrica, biológica y cultural de Colombia está en seria amenaza. Nuestras selvas -constitutivas de agregados centenarios de árboles y relaciones simbióticas de energías fecundas entre la flora, la fauna y las etnias vernáculas- están en entredicho y han quedado a merced de su propia vulnerabilidad, debido a múltiples procesos de trasformación históricos -que no podemos explicar aquí, por tema de espacio- pero que determinan el grado de amenaza de nuestro legado nacional, escasamente comprendido y valorado. La etnicidad como el endemismo y la diversidad de las magnolias y de la propia defensa espiritual del Chiribiquete podrán estar en seria amenaza, si no entendemos a tiempo todo lo que estamos perdiendo en Colombia sin que hayamos tenido el tiempo de investigarlos, conocerlos y defenderlos. Una enorme paradoja de nuestra quebrantable identidad, que prospera hacia intereses que, muchas veces, no aportan nada a la sostenibilidad y al respeto de lo auténtico, y define lo propio excluyendo la tradición arcaica, surgida de las entrañas y las raíces de la adaptación milenaria de lo tropical, y más aún, de lo ecuatorial de la América prehispánica.
Un ejemplo notorio de todo esto es, quizás, cuando vemos un árbol majestuoso con nuestra propia y moderna mirada. Escasamente logramos ver “un árbol”; cuando no, un fructífero negocio de madera o, cuando menos, un obstáculo engorroso que se atraviesa en el proceso de “civilizar” la tierra. Uno que otro sentirá el deseo de la contemplación y se inspirará en el versátil ropaje que contiene pájaros y ardillas. No obstante, el asunto es más complejo desde la perspectiva ancestral.
Los verdaderos tejedores ancestrales de la historia americana ven, por otra parte, una identidad espiritual activa, conectada entre el inframundo por sus raíces y el supramundo por las copas del dosel que se abre en el horizonte celeste. Ellos pueden ver, a través de los códigos y señales del entorno forestal, las propias conectividades vivientes que guardan en el sagrado conocimiento de sus raíces, sus tallos y sus ramas, los elementos que nos unen a todos en la superficie de la tierra y nos engranan con la fertilidad. De muchos de sus derivados, ven la sabiduría de la medicina ancestral, de las posibles utilidades de una planta curativa para el entorno humano físico o espiritual, el portal sagrado, la sábila fértil de la madre, la herencia de seres espirituales y dueños que lo plantaron para beneficio de los hombres y el resto de los animales; observan en los años trascurridos por sus espigadas y monumentales formas, los sucesos míticos que delimitan sus propias hazañas y sus observadoras historias. Pueden, además, leer en el trascurrir del tiempo los cientos de personas que lo usaron, lo vivieron y, hasta, lo adoraron; observan incluso, por medio deciertas señales de las piedras en su suelo, cómo las generaciones pasadas lo tuvieron en cuenta para conocer el recinto funerario de sus ancestros. Recrean los sitios donde fueron enterradas las bóvedas cavadas para dar sepultura a los cuerpos inertes e invisibles de personajes blasones, que debían viajar a un nuevo cosmos.
Los chamanes encaran a los árboles magnos y tutelares con admiración y respeto. Pueden ver en su corteza donde están las trazas de generaciones de jaguares que han marcado el territorio, resguardando el camino de su inexpugnable, definiendo el área de las concomitancias y hasta pueden leer las últimas garras y sus fluidas hormonas con las que el animal-persona se empoderaba para disuadir a otros machos de no detonar una guerra. El viejo sabedor interpreta a partir del aroma forestal, propio de las temporadas floridas, los mensajes que dioses y duendes auguran para las próximas cosechas de los carnosos frutos que atraerán a los cientos de animales que dependen de esta emanación de vida a lo largo de la temporada, que augura prosperidad al grupo. El viejo chamán sabe que estos árboles-hito son los puntos sagrados que resguardan los principios de convivencia y las leyes del entorno silvestre.
Para ellos, el árbol-hito-sagrado y tutelar, hace parte del conocimiento propio y del conocimiento universal que permite la lectura de los mapas mentales del chamán. En su tronco, en su tallo y en su cúspide divina, él puede leer los caminos de los saberes ancestrales y las necesidades del fortalecimiento de la identidad cultural. Interpreta con su destello de sombras y luces, con su vapor fecundo, con su aurora crepuscular, los designios de la participación colectiva y entiende la capacidad de este ser milenario, no solo como oráculo viviente, sino como sitio de. remanso para sus viajes astrales y su meditación. Bajo sus brazos sombreados puede sentarse entre sus raíces y escudriñar la memoria histórica y el sentir de las generaciones ancestrales y los abolengos, y con ello precipitar, de forma segura, el contacto con otros sabedores y mayores del territorio en múltiples generaciones, con los cuales da lugar a la construcción del sentido y del paso generacional, para adivinar, interpretar, guiar y curar en un mundo eterno de usos y costumbres de los ancestros, fortaleciendo la identidad colectiva.
Los sentidos activados por el magno acompañante y tutor forestal, ejerce la práctica de los saberes hereditarios. De ellos, claramente, se consolida su capacidad de conexión con las expresiones naturales y culturales del territorio, en una forma de pensamiento que facilita el entendimiento con lo que puede después practicar la doctrina en su pueblo, de cómo lograr el empleo del diagnóstico y el antídoto o curación de la enfermedad -física o espiritual- de la medicina tradicional; el tejido rítmico de las danzas propiciatorias y el contenido ritual que las acompaña con la música y la oralidad sagrada en las fiestas tradicionales.
El Árbol Magno, en últimas, permite a los sabedores y al resto de la comunidad informada, entender las pedagogías propias con las que puede tejer la interculturalidad, también. Así, que, a diferencia de la mayoría de nosotros, ellos -a través del entendimiento analógico y metafórico de nuestras etnias ancestrales- logran ver en una montaña tepuyana como el Autana, el árbol sagrado que, en su estrepitosa caída, formó los ríos amazónicos y del Orinoco y el mapa del poblamiento humano de estos insignes ríos. Puede ver cómo desde el Centro del Mundo, la montaña sagrada de Chiribiquete, es el sitio más importante de la peregrinación en pensamiento o en vuelo ancestral telepático, indagar por el mensaje prudente y certero sobre los mitos de origen, la Cano Cósmica Florida y el advenimiento del poder jaguar, el “Dueño de los Animales”, para poder entender el designio de la vida. Desde allí, los árboles magnos que existen, dan el contenido a la cosmogonía y a una cosmovisión llena de sabiduría y profunda comunión con todas las formas de vida, que algún día deberíamos emular, por nuestro propio bien.

UNA HISTORIA BAJO LA SOMBRA DEL ÁRBOL DEL MAGNOLIO
Por: Juan Fernando Mosquera. Escritor
Bajo la sombra de un árbol escucho hablar a la vida.
Bajo la sombra de un árbol el viento es caricia y promesa.
Bajo la sombra de un árbol he desnudado mis pasos para sentir la calma descalza.
Bajo la sombra de un árbol empieza lo que nunca termina.
Somos hijos, también, del amor vegetal.
Un árbol me lo ha dicho.
Y es mi dicha.
La mano toca el tallo, el tallo es tronco, talle y cintura. Y tallar el mármol es tallar la vida. Hay quien permite que las esculturas respiren. Porque respiran.
La mano que siembra, la mano que cuida, la mano que amasa y amansa, la mano curtida, la mano que extiende sus dedos como ramas y se entrelaza con otras manos, así las manos son como un jardín de flores suspendidas…
Esta es una historia de manos reunidas.
De manos que conocen el valor del gesto y el acto de creación.
Todo está unido en lo invisible. Nadie está solo, ni siquiera cuando se siente solo. Para que el día nazca es preciso el baile de las estrellas, para que el aroma entre por la ventana es prudente el viento, para que tu plato tenga alimento la naturaleza ofrece la receta más fresca, cuando un botón pasa por el ojal de tu camisa el trabajo de tantos está en la yema de tus dedos, para que la belleza exista es justa la mirada sensible que da sentido.
Todo está conectado.
Como en un árbol; allí hoja y flor son eco de la semilla y la raíz.
Todos hacemos parte de todo.
La naturaleza humana es naturaleza.
Natural el deseo y también el beso.
Natural el abrazo y el consuelo.
Natural el sentimiento.
Natural la esperanza.
La memoria de lo vivido está en la sombra del árbol del magnolio. Acércate a su tronco y verás las edades, capa sobre capa, de lo mínimo y lo magnífico a la vez. Antes que existiera el zumbido de la abeja fueron escarabajos los que polinizaron sus flores. Los mismos insectos que coronaron faraones en Mesopotamia y emperadores en oriente, que acompañaron indígenas al sur de Norteamérica, han caminado siglos hasta este instante para encontrarse contigo. Y las ardillas. Y los pájaros. Y las hormigas. Y el deseo de alcanzar el cielo que crece como ese tronco recto que no conoce doblez ni fatiga. Crece despacio como el silencio, crece constante como la persistencia, crece elegante y resuelto como la dignidad.
Crece con esta certeza en su corteza: la sombra del magnolio sabe dar paz.
Vi magnolias florecer y entregarse brillando, hermosas y breves, como una estrella antes del último resplandor. Vi el secreto compás que habita todas las cosas y da sentido a la quietud, que también es movimiento. Vi la pureza que habita la transformación. Vi a la tierra palpitar con un mismo corazón.
Tú también puedes verlo.
Cierra los ojos.
Que tus manos te guíen como quien acaricia por primera vez una escultura.
Abre los ojos. ¿Lo ves?
Todos somos semilla y fruto a la vez del árbol de la vida.

SALVAR EL BOSQUE
Por: Lucía Teresa Solano Berrío
Periodista. Escritora. Editora
Las mujeres le suman a la lucha por la vida grandes iniciativas. Todas ellas nacen en lo más profundo de su ser, con altas dosis de pasión, fuerza e imaginación, razones por las cuales sus objetivos se presienten cercanos, se avistan en el horizonte, se llenan de fervor y de confianza. Sólo ellas pueden convencernos de la validez de sus metas y poseen el coraje para arrear las banderas así el miedo ansíe consumirles las entrañas. Las mujeres son cuidadoras, protectoras, dadoras y amigas de las especies vivas.
Acompañados de sus mujeres, dioses y personajes mitológicos se relacionaron con los árboles. Las bellas artes los suman a sus expresiones. Los pueblos del mundo los llenan de significado. Los judíos, los serbios, los cántabros, los griegos, los romanos, Oriente, las tribus indígenas de América y África, les dan un carácter religioso para evitar su tala. Les atribuyen propiedades según las dimensiones, la utilidad, la resistencia, las virtudes para la salud, la alegría, la unidad. Las razones para derribar árboles cambian con el tiempo. No hay día en que cientos de ellos caigan. El asunto es dramático. Global Forest Watch, del WRI -Instituto de Recursos Mundiales- asegura que en dieciséis años -2001-2017- se perdieron 337 hectáreas de árboles tropicales en el globo, equivalente a la superficie de la India. De ahí el surgimiento de defensores de los árboles. Un grito, ya nada ahogado, por la defensa de la vida, por campañas y tareas que impidan su derribamiento y por el repoblamiento de territorios devastados.
En 2019, la Amazonía perdió 156.722 hectáreas de bosque, según la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible. No en vano Alemania propone acciones punitivas para los estados que no cumplan los acuerdos para salvar los 5.5 millones de kilómetros cuadrados que oxigenan parte de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Venezuela y Surinam.
No cesan los llamados a salvar el bosque. Que hacia allá miren la historia, la política, la industria, las artes, la educación, los movimientos pro-vida, todos, con manifestaciones sinceras. Que en territorios soñados para la paz crezcan y florezcan todas las especies y se mantengan sagrados el Baobab, el Árbol de Baile, de Bodhi, el Espino sagrado, el Eucalipto, el Roble de Abraham, el de Tule y, el Magnolio.

El Árbol del Magnolio, proyecto que lidera la artista Ani Mesa, es un grito audaz, sincero, comprometido. Atrevido en el sentido de lanzarlo en el corazón de una ciudad que, como todas, está obligada a salvar su patrimonio verde. En definitiva, Ani Mesa, mujer y creadora, es la confirmación de un conjunto de pasiones que le permiten expresarse como artista y generar conciencia en un momento histórico que nos ha llevado a repensar nuestras relaciones con la naturaleza.
ACERCAMIENTOS AL ÁRBOL DEL MAGNOLIO
Por: Amparo Restrepo. Periodista y Editora
María Camila Martínez. Arquitecta en Formación
Magnolia es una planta arbórea de la familia de las Magnoliáceas de la cual brota una flor del mismo nombre. Las magnolias son originarias del sudeste de Estados Unidos, Centroamérica, Sudamérica y Asia. También es conocida como Magnolio.
Las magnolias fueron descubiertas en una expedición de misioneros en el año 1980 en Estados Unidos. Sin embargo, fueron descritas por primera vez por el botánico francés Pierre Magnol, director del Jardín de las Plantas de Montpellier, Francia, entre los años 1697 y 1709, de allí, que se denominen el árbol y su flor como magnolia.
Existen cerca de 120 especies de plantas que pertenecen a la familia de las Magnoliáceas, por ello, se pueden encontrar gran diversidad de subgéneros, todas con el nombre de magnolias pero, con un segundo nombre que distingue su género.
Diversos estudios han determinado que las magnolias son plantas muy antiguas, incluso se han encontrado especies fosilizadas de hace aproximadamente 20 millones de años, así como, plantas de esta misma familia arbórea que tienen cerca de 95 millones de años de antigüedad.
Entre las magnolias más conocidas está la Magnolia grandiflora o Magnolia común, descubierta en Estados Unidos a finales del siglo XVII. Ésta se caracteriza por ser un árbol cuya altura puede llegar a ser de 35 metros, tener frutos con forma de piña, semillas color escarlata y grandes flores de color blanco con un tamaño próximo a los 30 centímetros.
También se puede mencionar la Magnolia Liliiflora o Magnolia lirio, procedente de China, el cual es un arbusto pequeño, no mayor de cuatro metros de altura. Sus flores se caracterizan por semejarse a un lirio, de tonos entre púrpura y rosa y, tiene un aroma semejante a la frambuesa.
Por otra parte, en la antigüedad, en China, las magnolias eran empleadas para identificar la feminidad y dulzura por la delicadeza y belleza de esta planta.
En términos generales, las magnolias son empleadas para embellecer jardines e, incluso, para elaborar ramos o buqués de novias, porque su belleza y aroma encantan a sus admiradores.
Características de la magnolia
Las características generales de las magnolias son las siguientes:
• Es un árbol robusto de tronco recto color gris negruzco.
• Las magnolias son árboles que crecen lentamente y con sus ramas toman una forma piramidal.
• Las magnolias evolucionaron antes de la aparición de las abejas, por tanto sus flores son polinizadas por escarabajos.
• Las magnolias en vez de tener pétalos poseen tépalos.
• El árbol de magnolia puede medir hasta 30 metros de altura.
• La familia de las magnolias es bastante antigua, data incluso de hace 20 millones de años.
• Las flores de las magnolias son de gran tamaño y son llamativas por su textura y colores, las más comunes suelen ser de color blanco.
• Sus flores suelen tener un aroma agradable, por ello, se emplea como ingrediente de muchos perfumes.
• El fruto de la magnolia tiene aspecto de piña.
Usos de la magnolia
Las magnolias tienen diversos atributos que le permiten ser empleadas en diversos espacios con fines específicos. A continuación se presentan los usos más comunes de las magnolias.
- Los troncos de las magnolias son fuertes por lo que en algunas partes son empleados para la construcción
- Dado al agradable aroma que poseen las magnolias, suelen ser empleados para la elaboración de perfumes.
- Se emplean como flores decorativas en conjunto con otras flores y plantas.
- De la corteza de la magnolia se pueden extraer diversos beneficios médicos para tratar cardiopatías, la neurosis, entre otros.

Definiciones según la RAE
Árbol: Planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo.
Raíz: Órgano de las plantas que crece en dirección inversa a la del tallo, carece de hojas e, introducido en la tierra o en otros cuerpos, absorbe de estos o de aquella las materias necesarias para el crecimiento y desarrollo del vegetal y le sirve de sostén.
Semilla: Grano que en diversas formas produce las plantas y que al caer o ser sembrado produce nuevas plantas de la misma especie.
Flor: Brote de muchas plantas, formado por hojas de colores, del que se formará el fruto.
Tierra: Material desmenuzable del que principalmente se compone el suelo natural. Terreno dedicado a cultivo o propio para ello.
Sol: Estrella luminosa, centro de nuestro sistema planetario.
Lluvia: Agua que cae de la nubes.
Luna: Único satélite natural de la Tierra, que se encuentra a 384.400 km de esta, tiene un diámetro de 3.476 km y realiza un giro completo alrededor de aquella cada 27,32 días.
Viento: Corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales, como diferencias de presión o temperatura.
Fuego: Fenómeno caracterizado por la emisión de calor y luz, generalmente con llama.
Árbol de magnolias…
Marosa di Giorgio*
Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela,
de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los gatos, serios como hombres,
con sus bigotes y sus ojos de enamorados.
Esclava negra sosteniendo criaturas,
inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá,
eres Marosa,
todo eres,
con tu eterna juventud, tu vejez eterna,
niña de comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus manos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos;
pero yo voy retrocediendo hacia ti,
voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.
(De “Los papeles salvajes” 1991)
Poeta uruguaya
Magnolias en los bosques de Antioquia
(Ensayo Corantioquia, apartes)
En el marco del ciclo de conferencias Habitantes de los bosques de Antioquia, el Observatorio de Bosques de Antioquia (OBA) tuvo la oportunidad de contar con la participación del investigador senior del Jardín Botánico de Medellín, Álvaro Cogollo y la doctora en ecología y profesora vinculada al Tecnológico de Antioquia, Marcela Serna, quienes hablaron sobre las Magnolias en los Bosques de Antioquia y las iniciativas de conservación que se han adelantado para la protección de las especies de esta familia, en el departamento.
“La familia Magnoliaceae consta de 304 especies constituidas por árboles y arbustos, distribuidos en zonas templadas y tropicales de Asia y América. En Suramérica, Colombia es el país con mayor número de especies con un total de treinta y siete (37), Trece (13) en el departamento de Antioquia, de la cuales, a su vez, siete (7) son únicas (endémicas).
“En Antioquia las Magnolias se han visto afectadas debido a la fragmentación de hábitats a causa de factores antrópicos, como la ganadería y la extensión de la frontera agrícola. Adicionalmente, algunas especies de Magnolia son apetecidas por la belleza de sus maderas, por lo cual son extraídas frecuentemente de los bosques y comercializadas de manera ilegal.
“En Colombia se han hecho esfuerzos regionales con miras al estudio y conservación de las magnolias desde el año 2001, cuando se empezó a implementar una estrategia para la conservación de las especies de Magnolia en la jurisdicción de Corantioquia, como uno de los proyectos piloto definidos en la Estrategia Nacional para la Conservación de Plantas. En la implementación de esta estrategia se realizó la búsqueda de estas especies en la jurisdicción de Corantioquia, con un registro de diez especies para dicha jurisdicción, de las cuales dos fueron especies nuevas para la ciencia: M. coronata y M. jardinensis” (Serna et al., 2009).
EL ÁRBOL DEL MAGNOLIO
NATURALEZA ·
ARTE · TRANSFORMACIÓN
LA OBRA DE ANI MESA
Ani Mesa
Lucrecia Piedrahíta
Milton Valencia
María Isabel Covaleda
Blanca Londoño
Esteban Restrepo
Sandra Roldán
Nicolás Rodríguez
Lina Roldán
Integrantes equipo Ani Mesa
Alfonso Posada
John Mejía
Lucrecia Piedrahita
Blanca Londoño
Mesa Estándar
Milton Valencia
Rodolfo Montoya
Gabriel Correa
Julio Atehortúa
Victor Garcés
Esteban Restrepo
Integrantes equipo de
Lucrecia Piedrahita
Maria Camila Martínez
Elizabeth Giraldo
Juan Camilo Ramírez
Fredy Eduardo Liñán
Alonso Palacio
Alejandro Giraldo
Cooking Your Brand
Julio Atehortúa
Daniela Gómez
Federico Ruiz
Manuel Gómez
Miguel Mojica
Createka
Alejandra Aguirre
Luisa Vásquez
Carlota Sierra
Tatiana Diez
Mesa Estándar
Juan David Diez
Miguel Mesa
Dream House
David Herrán
Fernando Carmona
Luis Vélez
Integrantes equipo
María Isabel Covaleda
Camilo Petrucci
Carolina Montejo
Jacana Jacana
Olivia Utt Montejo
Sam Wohl
Teresa Covaleda Freire
Wondrew Music
Integrantes equipo
Nicolás Rodríguez
Carolina Hoyos
David Murillo
Luis Henao
Melissa Villa
Santiago Vallejo
Sergio Mejía
Integrantes equipo Víctor Garcés
Alejandro Salazar
Jaime Carvajal
Juan Cuadros
Juliana Piedrahíta
Integrantes equipo
Sandra Roldán
Aura Palacio
Beatriz Guerra
Bertha López
Denny Johana Valencia
Jaime Salazar
María Palacio
Nubia Hernández
Osvaldo Herrera
Colaboración especial de:
Luz Imelda Ochoa
María Sanín
Juan Fernando Mosquera
Julián Mesa